Reinventarse cuantas veces sea necesario.

Imprimir
Inicio desactivadoInicio desactivadoInicio desactivadoInicio desactivadoInicio desactivado
 

Reinventarse

Nos pasamos la vida viendo, usando y conociendo nuevos inventos. Inventos que nos facilitan la vida, en otras ocasiones nos la “dificultan”, nos vuelven adictos, nos hacen disfrutar…

¿Qué nos limita a intentar inventarnos a nosotros mismos?

En el día a día y también en consulta, no paro de escuchar “soy” tal o cual “cosa”. Nos definimos constantemente y dejamos que nos definan a diario y desde pequeñ@s. Asumiendo dichas etiquetas, asumiendo roles, características, aptitudes… ¿para qué?

Quizá podamos sentir cierta seguridad al adquirir esa “identidad”, saber que ese “ser” que definen soy yo. Y es esa la cuestión… saber QUIÉN SOY YO.

Os propongo un pequeño ejercicio:
Cierra los ojos, imagina por unos minutos cómo es esa persona, ese “ser” que te gustaría.

Empecemos por lo más sencillo, a veces (lo material); ¿cómo te gustaría que fuera ese físico?, cómo vestiría…intenta imaginar y visualizar cada mínimo detalle.

Y ahora, vayamos un poco más allá. ¿Qué características tiene que te agradan?, ¿cómo sería esa persona que te gustaría tener de compañer@, amig@, pareja, amante, confidente…?

¿Qué tal si imaginas y visualizas que eres capaz de ser TODO?

Esas etiquetas, esas “cosas” que “somos”, en muchas ocasiones son las que precisamente nos limitan y nos impiden SER. Con libertad y en su totalidad. Cariños@, timid@, desagradable, simpátic@… y un sinfín de ellos.
Seguro que te vienen a la mente alguna de tus “etiquetas”.

Para poder SER todo, necesitamos reinventarnos una y otra vez.

¿Cuándo me reinvento?
Cada vez que quieras y sobre todo necesites.
Seguramente hayas sentido alguna vez cierto hastío, cierta incomodidad en algún aspecto de tu vida; de ti mism@, de tu trabajo, de tus relaciones…
Y ahí mismo, es donde podemos entrar en una queja continua, en un sabor de vida amargo, en un letargo o quizá podemos llegar a convertirnos en máquinas que no sienten, que sólo hacen…
La decisión de cambiar algo de nuestras vidas no es fácil, sentir en ocasiones el impulso de querer dar el paso y seguidamente sentir ese “miedo”, ver ese precipicio.

¿Cómo me reinvento?
No hay una “varita mágica”. Siempre digo que cada persona es un mundo y tiene que encontrar su manera y/o modo de hacer, de estar y de sentir…
No obstante, lo primero que podemos hacer es pararnos y reconocer la necesidad que tenemos de cambio.

1. Siente tu incomodidad.
Inmersos en el día a día, inmersos en nuestras rutinas y en nuestros “quehaceres”, perdemos de vista en numerosas ocasiones que no estamos a gusto. Por tanto, lo primero que debemos hacer antes de movernos es saber en qué no estoy cómod@, qué es lo que me desagrada actualmente.

2. Qué es lo que SÍ quieres.
Ahora es el momento en el que debes pensar en lo que SÍ, enfocarte en qué es lo que te hace sentir esa sensación agradable que por el motivo que fuera habías perdido. Lo que habitualmente llamamos metas, cuáles son.
No es fácil, a veces, que esa meta hacia el cambio venga rápida. O tal vez sí sea tu caso…Para ello, escribe TODO aquello que quieres o que crees que te haría sentir mejor.

3. No juzgues tus metas/deseos.
Una vez que pienses y escribas todo aquello que deseas conseguir, deja a un lado, fuera de la sala, a ese “tu” juez. Ese personaje que tantas veces no hace más que frenar tus sueños, que te crea inseguridad. Da rienda suelta a tus sueños e ilusiones.

4. Escribe tus miedos.
No se trata tan solo de pensar en ellos, vamos a materializarlos en cierta manera, escríbelos… ¿tienen ahora el mismo peso que antes?
Ser consciente de que hay ciertos problemas que pueden ocurrir en el camino de consecución de nuestros objetivos no tiene porqué impedirnos que realicemos el trayecto. ¿O subir una montaña (pequeña o grande) no implica algún esfuerzo, piedra en el camino o incluso tropezón?

5. Analízate.
Ahora es el momento de mirarse, de ser sincer@ con un@ mism@ y ver qué aspectos de nosotros en el momento presente tenemos a favor y cuáles en contra.
Características, estado anímico, economía, salud, relaciones, apoyos (sociales, emocionales, económicos…).
Intenta ser lo más espefíc@ que puedas. No son listas cerradas, por lo que pue-des ir añadiendo conforme se te vayan ocurriendo.

6. Cree, confía.
Creer en tí, confiar en que el SÍ tiene cabida en tu vida, creer que lo FÁCIL también puede estar en tu vida, creer y confiar en la vida. Saber que el camino que emprendas será para algo, y para algo mejor siempre, incluso cuando a medio camino haya que desviarse y seguir otro camino.
Confía en el sí, en la vida, en tí, en los que te rodean, en tu capacidad infinita.

7. Cuídate.
Es un “must” que como tal tendría que estar presente en nuestras vidas todos y cada uno de los días. Por lo que si lo que queremos es “nacer de nuevo”, reinventarnos, es parte esencial del programa, de nuestro nuevo ADN.
¿Cómo? Cuando hablo de cuidarse me refiero al aspecto global del ser, ya quedó atrás esa cita latina “Mens sāna in corpore sānō”. Entender al ser como un todo, con aspectos físicos, espirituales, mentales, conductuales, emocionales…
Observa en qué aspecto o aspectos de tu vida no te cuidas, ¿qué excusas le pones a ello?

8. Estrategia y plan de acción.
Una vez hayas analizado todos los aspectos que pueden ayudarte y dificultar tu “gran meta”, es hora de ponerse “manos a la obra”.
Empieza poniéndote escalones de metas; metas a corto plazo (diarias, semanales…) y a medio (mensuales), por ejemplo. Todo esto dependerá de cuál sea tu “Gran meta”.
Una vez vayas consiguiéndolas, ¡celébralas!. Y esto es importante, ya que te ayudará a percibir los pequeños grandes logros.
Es importante dedicarle un tiempo cada día, aunque sea mínimo hasta conseguirlo.

9. Revisa y mejora.
Revísate, aunque todo vaya fluyendo y vaya bien, revisa qué es lo que hiciste, sentiste, etc. Y mira a ver si aun puede mejorar algo. Y si por contra, ha habido algún contratiempo, revisa y mejora :). Y por supuesto, no dejes atrás nunca el punto 6 y 7; cree, confía y cuídate.

10. Agradece.
Es enorme el poder que tiene el agradecer. Yo siempre pongo el mismo ejemplo y del cual me enamoré al tener un “ajá!” de esos en los que algo te despierta un poquito más. “EL PRESENTE ES MI REGALO”. Y es que el castellano es tan maravilloso que una misma palabra tiene distintos significados. Y en este sentido PRESENTE significa “ahora” y también “regalo”.
Agradecer puede hacernos mirar todo lo que tenemos y todo lo que nos ocurre de una manera muy diferente… ¿lo has probado?
Tener una libreta personal, elegida con conciencia, con amor e incluso con agradecimiento por la libertad de poder elegir… y en ella agradecer cada día aquello que te haya brindado el día, desde lo que aparentemente podemos ver como nimio y a lo cual no le damos muchas veces la importancia que tiene (como una buena ducha con agua caliente…) a algo “extraordinario”.
Y en ese momento podrás ver, que como dicen, en lo ordinario es donde se encuentra lo extraordinario.