La palabra CRECER, además de su significado en cuanto a “aumentar de tamaño”, está relacionada con las palabras "criar”, o bien, “cobrar mayor ánimo”.
Como tal, a lo largo de nuestra vida, crecemos de numerosas maneras: aumentamos nuestro tamaño corporal, podemos criar y en muchas ocasiones también aumentar nuestro ánimo.

Siempre hay un mayor crecimiento cuando surge una dificultad en nuestro camino. Y es debido a que nuestras capacidades y recursos salen a flote.
Una vez somos conscientes del problema, empezamos a mirar las alternativas y con ello, empieza la toma de decisiones, la resolución de problemas, la aceptación… Y poco a poco, granito a granito, todo ello nos aporta mayor seguridad y confianza en nosotros mismos. Empezamos a creer en nosotros, en esa capacidad no sólo de “sobreponerse” a la dificultad, sino de poder “ser feliz”.

Ser feliz en el momento, con lo que tengo aquí y ahora.

El que pueda haber algo inesperado en el camino; una piedra, un hoyo… nos hace conscientes del AHORA, y con ello podemos empezar a valorar más la esencia del momento.

Tal como entiendo la terapia psicológica, es precisamente eso, ayudar, acompañar en ese ascenso o en ese camino. Estar, cuando uno no cree en sus capacidades, en sus recursos. Y crear unas nuevas zapatillas, que se amolden a esa nueva parte del trayecto.

Y es que: “La dificultad de la pendiente te hace olvidar que no paras de subir”. Y no por ello debemos olvidar el camino andado, así como recordar que siempre estamos más cerca de la cima.
Pero sí, es necesario preguntarse primero; ¿qué camino quiero andar yo?

Por ello os comparto un texto de Susana Carizza. Para que sigamos creciendo y caminando.

Imposible atravesar la vida ...
sin que un trabajo salga mal hecho,
sin que una amistad cause decepción,
sin padecer algún quebranto de salud,
sin que un amor nos abandone, [...]

Imposible atravesar la vida ...
sin que un trabajo salga mal hecho,
sin que una amistad cause decepción,
sin padecer algún quebranto de salud,
sin que un amor nos abandone,
sin que nadie de la familia fallezca,
sin equivocarse en un negocio.
Ese es el costo de vivir.
Sin embargo lo importante no es lo que suceda,
sino, cómo se reacciona.
Si te pones a coleccionar heridas eternamente sangrantes,
vivirás como un pájaro herido incapaz de volver a volar.
Uno crece...
Uno crece cuando no hay vacío de esperanza,
ni debilitamiento de voluntad,
ni pérdida de fe.
Uno crece cuando acepta la realidad y tiene
aplomo de vivirla.
Cuando acepta su destino,
pero tiene la voluntad de trabajar para cambiarlo.
Uno crece asimilando lo que deja por detrás, construyendo lo que tiene por delante y proyectando lo que puede ser el porvenir.
Crece cuando supera, se valora y sabe dar frutos.
Uno crece cuando abre camino dejando huellas,
asimila experiencias...
¡Y siembra raíces!

Uno crece cuando se impone metas,
sin importarle comentarios negativos, ni prejuicios,
cuando da ejemplos
sin importarle burlas, ni desdenes,
cuando cumple con su labor.
Uno crece cuando
se es fuerte por carácter, sostenido por formación,
sensible por temperamento...¡Y humano por nacimiento!
Uno crece cuando
enfrenta el invierno aunque pierda las hojas,
recoge flores aunque tengan espinas y
marca camino aunque se levante el polvo.
Uno crece cuando se es capaz de afianzarse con
residuos de ilusiones, capaz de perfumarse con residuos de flores...
¡Y de encenderse con residuos de amor!
Uno crece ayudando a sus semejantes,
conociéndose a sí mismo y
dándole a la vida más de lo que recibe.
Uno crece cuando se planta para no retroceder...
Cuando se defiende como águila para no dejar de volar...
Cuando se clava como ancla y se ilumina como estrella.
Entonces...

Uno Crece